La esclavitud de la mujer en la sociedad Burguesa

por edwardcorobo

En estos días he estado reflexionando un poco sobre el papel (dramático) que juega la mujer en la actual sociedad burguesa; y digo dramático porque cuando uno deja de lado todas esas ideas sembradas en nuestra corteza cerebral por el contenido idiotizador de los medios al que llaman “entretenimiento” (programas de televisión, cine, revistas, etc), logra darse cuenta entre muchas otras cosas, que la mujer es esclava (doblemente esclava si además es asalariada), y además, que vive convencida de que solo a través de esa “esclavitud”, podrá encontrar la felicidad.

Desde que la mujer sale del vientre de la madre (que también es mujer), ya se le prepara para que viva plena y felizmente su esclavitud, para que la abrace como una ley natural, como un destino escrito en los astros; desde su niñez hasta su adolescencia: muñecas, planchitas, cocinitas, cosméticos, historias sobre príncipes azules y los típicos “vivieron felices por siempre”, mini-series, magazines, telenovelas…  la importancia de la apariencia y como se relaciona eso con encontrar el hombre que le traerá la felicidad; su “media naranja”, porque después de todo, no estará completa hasta haber conseguido aquel hombre que la complementa, al que deberá servirle y el que le proveerá de todas las cosas necesarias para ser feliz.

Cuando llega la adultez la mujer es prisionera de sí misma, de sus ideas, o mejor dicho, las ideas que fueron inyectadas en su sistema como un virus que la consume; su belleza solo es vista o percibida bajo los estándares de belleza del “libre mercado” y los medios de idiotización masivos. Nunca antes fue para las mujeres un problema el tamaño de sus senos o si su cintura es lo suficientemente angosta, nunca se había considerado un impedimento para poder vivir plenamente, amar y procrear; no es instinto natural del ser humano el preocuparse por la celulitis o por las arrugas, arrugas que en algún tiempo atrás fueron señal de sabiduría, merecedoras de respeto.

Estos estándares de belleza, que fueron creados y que son promocionados por todos los medios sin descanso en un bombardeo constante y sin tregua, intentan convencernos (lográndolo muchas veces, desafortunadamente) que el valor de la mujer se encuentra en su apariencia, y en el interés que tiene ésta en mantenerla; esto afecta tanto a hombres como a mujeres, pero el caso es que son las mujeres las victimas principales de esta realidad, porque, o lucen como la chica del anuncio, la actriz o modelo de figura estilizada, o su destino será quedarse sola sin poder cumplir el objetivo (encontrar el hombre, la media naranja) que te llevara a la felicidad.

Aquellos que queremos un cambio profundo de la sociedad, no solo un cambio del sistema económico, ya que después de todo el cambio en las relaciones económicas y de trabajo no es más que un medio, un requisito indispensable para cambiar las relaciones entre las personas, debemos tomar conciencia de nuestra realidad, de liberarnos de todo aquello que nos ata a esta sociedad de “necesitar lo que no es necesario”, de mantener costumbres, ideas que fueron metidas en nuestro sistema y que hemos aceptado con el tiempo, sin atrevernos siquiera a cuestionar su veracidad.

Debemos transformar nuestra forma de pensar, echar abajo nuestros antiguos valores y crear nuevos; la belleza de las personas no se encuentra en algo tan superficial como la apariencia, una persona no puede llenar los espacios vacíos de otra, solo uno mismo a través de la búsqueda transformadora de la verdad puede llenar esos espacios, si la revolución social no está vinculada y no va de la mano con la emancipación de la mujer, no puede llamarse revolución ni puede haber una verdadera transformación.